martes, 1 de enero de 2019
EPILOGO
Pedro y Paula entraron en el estudio privado de tío Eduardo. Los dos estaban sonriendo todavía por la manera en que Pedro había atravesado el umbral de sus habitaciones con ella en brazos unos minutos antes, y por cómo casi se le había caído de los brazos al encontrarse allí con una de las chicas de la limpieza, que estaba pasando la aspiradora por la moqueta. Había intentado marcharse con tanta rapidez que el cable de la aspiradora se había enredado en las piernas de Pedro.
Pedro había dicho que eso les pasaba por haber vuelto dos días antes de lo previsto de su luna de miel, pero faltaban sólo tres semanas para Semana Santa, y Susana había llamado y, después de disculparse por molestarles, le había dicho a Paula que Paul se había caído de una escalera, y que la necesitaban en Holidays by Chaves. Lo antes posible.
—¡Pedro! ¡Paula! Ya estáis en casa —exclamó tío Eduardo, haciendo una reverencia como si se encontrase ante los reyes—. Qué buen aspecto tenéis, los dos. ¿Qué tal la luna de miel? ¿Qué tal en Barbados?
—La próxima vez tienes que venir con nosotros, tío Eduardo, para que no tengamos que contártelo —contestó Pedro mientras Paula se acercaba a darle un beso y un abrazo a tío Eduardo—. Nos prometiste que no te ibas a quedar aquí escondido, ¿recuerdas?
—Tengo que contaros que el otro día llamé a Bruno y salimos a dar un paseo en coche —levantó la vista hacia Paula—. Fuimos a Lark Summit. Me parece que les gustaría tener un campo de béisbol.
—Sí —admitió Paula, sonriendo a Pedro—. Ya lo sé.
—¿Y sabes que Bruno fue casi profesional, Pedro? Se ha ofrecido para entrenar de vez en cuando a los niños.
—¿De verdad? ¿Quiere eso decir que ya no le vas a mandar por todo el país para que investigue a nadie para tu proyecto, escondiéndose detrás de los árboles e invadiendo la privacidad de la gente, tal y como dijo Paula?
—Me parece que hacer de Papá Noel se ha terminado. Tenías razón, Pedro. Esa mujer, Leticia Trent, está enterándose de demasiadas cosas. Y parte de la gracia del proyecto consistía en permanecer en el anonimato, si dejo de estarlo, no merece la pena hacer las cosas a escondidas. Paula, dentro de unas semanas te pediré que me firmes unos papeles, y me encantaría que me ayudases a gestionar la Fundación Maria Alfonso. Porque aunque nos parecía divertido que nadie supiese quiénes éramos, lo que más nos satisfacía en realidad era hacer los regalos.
Paula le dio otro abrazo.
—Será un honor, tío Eduardo. Muchas gracias —luego, se inclinó para tomar un recorte de periódico que había encima de la mesa—. ¿Qué es esto? ¿No es…? Pedro, mira, es una fotografía de Libby Jost.
Pedro tomó el recorte y leyó en voz alta:
—Hoy mismo se ha anunciado una importante ampliación del nuevo parque infantil. Libby Jost, que en la imagen aparece entregándole un cheque de un millón de dólares al alcalde, Cliff Hagen, ha dicho que el dinero estará destinado a la compra de un tiovivo y a realizar otras mejoras. Espera que con las entradas del tiovivo y el alquiler del edificio que habrá al lado para realizar fiestas, el parque obtenga los ingresos necesarios para su mantenimiento.
—Es la última adquisición para mi álbum de recortes. Ahora, vamos a empezar un álbum nuevo, Paula, lleno de flores para mi Maria.
—Oh, tío Eduardo, no podías haber elegido un nombre mejor para la fundación.
—¿Cuál será mi trabajo, tío Eduardo? —preguntó Pedro mientras Paula volvía a su lado y lo abrazaba por la cintura—. ¿O voy a tener que limitarme a mirar?
Tío Eduardo le guiñó un ojo a su sobrino.
—No pensé que quisieras participar. ¿De verdad quieres ayudar, Pedro? ¿De corazón?
—De corazón, tío Eduardo. No hay nada que me apetezca más, de verdad. Salvo besar a mi mujer, por supuesto.
Y eso hizo.
Fin
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Espectacularrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!!!!
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